No está en mis manos evitarle el
dolor, el sufrimiento, la tristeza...ni siquiera está en mis manos hacerle
entender que los motivos que han hecho caer su castillo, son tan
insignificantes. Porque es su mundo, no el mío. Y porque su juventud no le
permite ver las vivencias con la experiencia necesaria para entender que hasta
de los malos momentos, esos que te provocan emociones negativas, también se
aprende algo: que el dolor te enseña a ser amable, que el sufrimiento fortalece
tu voluntad y que la tristeza, ese temido manto, te ayuda a valorar la alegría.
Porque todas las emociones deben
caber en ti para nutrir tu corazón de sentimientos.
No está en mis manos evitarle la
rabia como respuesta a la traición y tratarla como una fuente de energía que en
mi caso y por todo lo vivido, me permite convertir sentimientos en escritura,
cambiando la necesidad de venganza por el no aprecio, con la creencia absoluta
de que la vida te devuelve lo que das.
Niñ@s: "es lu que hi ha"
PURA VIDA!!
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